- Desde los inicios del PRAN, la reducción global del consumo en salud humana en 2023 es de un 13,5%.
- Por tercer año consecutivo el consumo ha aumentado respecto al año anterior, pero se mantiene por debajo de los años previos a la pandemia.
- En el ámbito comunitario ha aumentado por encima del 5% el consumo de penicilinas y otros betalactámicos y sulfonamidas y trimetoprim.
- El consumo hospitalario de antibióticos de importancia crítica aumenta en el caso de la colistina y el meropenem.
- Se recupera la estacionalidad en el consumo de antibióticos desde finales del año anterior y durante el 2023.
El Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), coordinado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), trabaja desde el año 2014 para abordar la amenaza que la resistencia a los antibióticos supone para la salud pública mediante una estrategia One Health con 6 líneas de acción acordes al Plan de Acción mundial y europeo.
Dentro de estas líneas estratégicas, se encuentra la vigilancia del consumo de antibióticos de uso sistémico como base para conocer la situación nacional y así poder tomar las medidas oportunas para fomentar su uso adecuado.
Tal es su importancia que, desde el Consejo de la Unión Europea, se publicaron unas recomendaciones el pasado junio de 2023 (Recomendación sobre la intensificación de las medidas de la UE para luchar contra la resistencia a los antimicrobianos de acuerdo con el concepto «Una sola salud»). Dicho documento establece unos objetivos de reducción del consumo de cara al año 2030, en los que se van a enfocar los esfuerzos a nivel nacional.
Por tercer año consecutivo, el consumo global de antibióticos del grupo J01 (antibacterianos de uso sistémico) ha aumentado en comparación con el año anterior. En 2023, el consumo se situaba en 24,26 DHD (Dosis Diarias Definidas (DDD) por cada 1.000 habitantes y día), un 5% de incremento respecto al año 2022 (23,11 DHD). En términos generales, el uso de antibióticos se ha reducido un 13,5% desde el punto más alto de consumo (2015 - 28,06 DHD).
El uso mayoritario de antibióticos sigue produciéndose en el ámbito comunitario, siendo este de 22,66 DHD (16,19 DHD a cargo de receta pública y 6,47 DHD de receta privada). En hospitales, el consumo fue de 1,60 DHD. Esto supone una reducción desde el 2015 de 13,8% en el sector comunitario y un 10,1% en el hospitalario, reflejando los esfuerzos del PRAN, de profesionales sanitarios, y de la sociedad hacia un mejor consumo de antibióticos (Figura 1).
En ambos sectores, el grupo de antibióticos más consumido son los antibacterianos betalactámicos de tipo penicilinas, seguido de macrólidos, lincosamidas y estreptograminas en la comunidad, y de otros antibacterianos betalactámicos en hospital (Figuras 2 y 3).
Por otro lado, ambos sectores mantienen valores de consumo por debajo del 2019. La tendencia ascendente de estos dos últimos años se explica a través de factores como, por ejemplo, el aumento de infecciones respiratorias tras la desescalada de empleo de mascarillas. Estas causas excepcionales permitirán tener un margen de actuación en los próximos años.
CONSUMO COMUNITARIO
En el ámbito comunitario, se ha producido un incremento del consumo respecto al año 2022 del 5,1% debido al consumo en receta pública.
Analizando por subgrupos de antibióticos, el mayor incremento de consumo ha sido en antibacterianos betalactámicos de tipo penicilinas con un 6,9% más que el año anterior. Sin embargo, el aumento ha sido sobre todo del consumo de amoxicilina (12,7%), frente a amoxicilina con inhibidores (2%) a pesar del mayor consumo de esta última. Esto refleja el esfuerzo en incorporar mejoras y recomendaciones de nuestros profesionales sanitarios en pos de la lucha contra la resistencia a los antibióticos.
A este aumento le siguen el de sulfonamidas y trimetoprim, otros betalactámicos y quinolonas (6,1%, 6% y 4,1%). Por otro lado, ha habido una reducción del 7,7% en el consumo en la comunidad de macrólidos, lincosamidas y estreptograminas.
Centrándonos en el año 2023, el grupo más consumido fue el de antibióticos betalactámicos de tipo penicilinas, suponiendo más de la mitad (55,3%) del consumo global comunitario. A este grupo, le siguen macrólidos, lincosaminas y estreptograminas, suponiendo un 12,7% del global, otros betalactámicos, con un consumo global del 11%, quinolonas, con un 9% y, el último por encima del cinco por ciento, tetraciclinas (6,5%) (Figura 2).
CONSUMO HOSPITALARIO
Respecto al consumo de antibióticos en hospitales, también ha habido un incremento (2,6%) respecto al año 2022 pero, a su vez, continuamos manteniendo valores inferiores al año 2019.
El subgrupo de sulfonamidas y trimetoprim es el que mayor incremento porcentual ha tenido respecto al año anterior (11,6%), seguido de las tetraciclinas, con un 3%. Además, ha habido una reducción de un 6,6% y un 3,4% en el consumo de antibióticos del grupo de macrólidos, lincosaminas y estreptograminas y de otros antibacterianos betalactámicos, respectivamente. En la figura 3 se representa la distribución del consumo de todos los subgrupos en el año 2023.
Analizando por principio activo y comparado con la situación previa a la pandemia, podemos observar el aumento en el consumo de antibióticos críticos como es la colistina o el meropenem (32,2% y 25,6%, respectivamente) pero también la disminución del empleo de las fluoroquinolonas más consumidas, levofloxacino y ciprofloxacino (23,1% y 16,4%, respectivamente).
EVOLUCIÓN ESTACIONAL DEL CONSUMO
Dada la situación excepcional de la que venimos, es interesante remarcar la recuperación en la estacionalidad del consumo de antibióticos en el sector comunitario, confirmada desde el segundo trimestre del 2022 y todo 2023 (Figura 4).
En dicha estacionalidad se aprecia, además, que el consumo en el último trimestre del 2022 y el primero de 2023 fue especialmente alto, compensándose con la bajada de los meses anteriores y posteriores.